Glamour. Sí, eso es lo que está de moda, es lo que
hoy por hoy hay que tener; nos venden glamour, nos recomiendan ser
glamorosos. En nuestro tiempo hay personajes que derrochan glamour, la gente se opera
para verse más glamorosa, en fin, el glamour es lo de hoy, es lo
deseable.
¿
Pero, que es glamour? El diccionario de la Real Academia Española (RAE) lo define como: encanto sensual que fascina.
Es
interesante ver el significado de las palabras con que la RAE define lo
que es glamour. En primer lugar está la palabra “encantar”.
Encantar =
incantare es
un vocablo del latín, y significa primero que nada: someter a poderes
mágicos. También significa: atraer o ganar la voluntad de alguien. Pero
también significa: Entretener con razones aparentes y engañosas. De ahí
que podemos decir que, glamour tiene que ver con atraer para someter
con razones aparentes y engañosas.
El glamour fascina. Y fascinar, según lo define el mismo diccionario, viene de
fascinare, que en latín quiere decir embrujar, o
fascinum, también en latín, lo cual significa embrujo.
Fascinar, según la RAE, tiene tres significados:
1. Engañar, alucinar, ofuscar.
2. Atraer irresistiblemente.
3. Hacer mal de ojo.
Así
que, el glamour es un peligro. Pues te somete a un embrujo, te atrae
irresistiblemente y te hace el mal de ojo para ganar tu voluntad.
Pero,
¿cómo logra el glamour someterte a un embrujo, atraerte
irresistiblemente, o hacerte mal de ojo para ganar tu voluntad? Ahí
entra la segunda palabra de la definición de glamour: Sensual.
Recordemos
nuevamente la definición de glamour: “encanto sensual que fascina; O lo
que es lo mismo: “sometimiento sensual que embruja”.
Pero ¿qué quiere decir sensual? Veamos las tres definiciones que la RAE le da a esta palabra:
Sensual. (Del lat.
sensuālis).
1. adj. Perteneciente o relativo a las sensaciones de los sentidos.
2. adj.
Se dice de los gustos y deleites de los sentidos, de las cosas que los
incitan o satisfacen y de las personas aficionadas a ellos.
3. adj. Perteneciente o relativo al deseo sexual.
O
sea que sensual es lo que entra por los sentidos, (por los cinco
sentidos), y es lo que uno incorpora a su vida sin pensar sensatamente.
Sensual pues, viene del latín sentire, que significa: sentir. También
se derivan de ella las palabras consentir, o asentir. Así que, cuando
aceptamos algo en nuestra vida, un pensamiento, una forma de vestir,
una conducta, etc. Si es de una forma sensual solamente, puede que
estemos siendo víctimas de la fascinación de lo sensual. Pero talvès te preguntes: ¿Está
mal ser sensual, percibir cosas por los sentidos? Pienso que no. Sólo
que una vez que algo fue sentido, sería bueno pensarlo, para que esa sensaciòn no nos
someta fácilmente a un "embrujo". Pues la sensualidad es engañosa. Se
puede decir que fue la sensualidad lo que llevó a Eva a comer del fruto
prohibido. Y si vemos los nefastos engaños de la sensualidad en este caso destacado, entenderemos que la sensualidad es un gran peligro para el creyente. Es por eso
que debemos ser cuidadosos con lo que percibimos o sentimos, porque
podemos ser engañados por nuestros sentidos. Veamos lo que dice la
Escritura acerca de ese caso:
“Pero temo que como la
serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna
manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.” (2ª Corintios 11:3).
Escribo
esta nota porque se que lo glamoroso está de moda,y que cuesta resistirse a
lo que brilla con glamour. Y lo cierto es que el glamour es como un
imán que nos arrastra, y que nos atrae, y muchas veces no nos
resistimos a sea atracción, a pesar de que eso sea para someter nuestra
voluntad.
Hoy, nos resulta sumamente evidete que en los círculos evangélicos se ha venido dando el
fenómeno de lo glamoroso. Son muchos los que se han hecho de una imagen
glamorosa que seduce a millares. El glamour ha suplantado al carácter
virtuoso, y muchos son los que van en esa corriente, arrastrados por la
fascinación que despierta la imagen o la retórica moderna de muchos
predicadores que, aunque están llenos de glamour, carecen de las
virtudes necesarias para ser verdaderos siervos de Cristo. Y son miles
los que están siendo seducidos por el glamour de fastuosos templos;
abandonando los lugares de congregación, que a su sensual juicio,
carecen de glamour por ser de humilde o moderada apariencia. Esos
creyentes se han olvidado de que la belleza de la iglesia, aquella
belleza que debe ser estimada como la más deseable de todas, es la
llenura de las virtudes de Cristo en la vida de todos aquellos que
componen la iglesia del Señor. Veamos lo que la Escritura dice acerca
de esto:
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a
la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el
conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por
medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para
que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina,
habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto
mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al
conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la
paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto
fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no
os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de
nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la
vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus
antiguos pecados. (2ª Pedro 1:3-9).
La belleza que
debe ser estimado como motivo digno de hacernos desear ser parte de
ella, no es el glamour de los templos físicos, sino la de las virtudes
de una iglesia donde los que la componemos seamos el templo donde mora
la verdadera adoración a Dios. Veamos lo que dice el apóstol Pedro:
“Vosotros
también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a
Dios por medio de Jesucristo.” (1ª Pedro 2:5).
Amados
hermanos, dejèmonos ya de ser engañados por la sensualidad de nuestros
sentidos; sigamos lo verdadero y espiritual; Dejemos de buscar ser
parte de lo glamoroso, y seamos parte de esa iglesia que se preocupa de
ser la casa donde moran las virtudes de Dios. No nos
dejemos arrastrar por la corriente de lo moderno o actual solo porque
eso es lo que está de moda. No nos dejemos arrastrar por la fascinación
del glamour.
Don José Ortega y Gasset, Uno de los filósofos españoles de la primera mitad del siglo XX, decía: “
Es
la época de las corrientes, del dejarse arrastrar. Casi nadie presenta
resistencia a los superficiales torbellinos que se forman en arte o en
ideas, o en política, o en los usos sociales. Por lo mismo, más que
nunca, triunfará la retórica.”
Pero nosotros los creyentes en Cristo no nos dejemos
arrastrar por las corrientes de lo fascinante. Las consecuencias de dejarse arrastrar son dolorosas ¿Se
dejarían arrastrar por un caballo solo porque es pura sangre? ¿O se
dejarían arrastrar por un auto, solo porque éste sea Lamborgini?¿porque
entonces, dejarse arrastrar por un templo glamoroso, o por un
predicador glamoroso, o por un programa de televisión glamoroso?
Lamentablemente tenemos que reconocer que algunos creyentes, por
vestirse de glamour, envés de verdaderas virtudes, hoy, algunos están desnudos delante
de Dios. Eso les pasó a muchos creyentes de la antiguedad, que apreciaron mas el ropaje
del glamour del mundo que las virtudes de Cristo, y por ello fueron amonestados
por el Señor con las siguientes palabras:
“Pero por cuanto eres
tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices:
Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para
que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra
la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. (Apocalipsis 3:16-18).
Y de la misma manera, hoy
día, muchos creyendo estar bien vestidos, están desnudos; porque su
vestido es el glamour del mundo, pues ese vestido es basura delante de Dios,
y
la “riqueza” del glamour es miseria delante de Dios, no importando cuan fastuoso nos parezca.
Abramos
bien nuestros ojos, no sea que nos este pasando lo del rey vanidoso,
que por su afán de ser el mejor vestido, y de estar a la moda, fue
timado;
vestido de telas mágicas; cuando en realidad se paseaba desnudo por las calles.
Y no fue desengañado de su glamoroso embrujo, sino hasta que alguien se
atrevió a decirle acerca de su locura. Y entonces, el rey avergonzado
buscó ropas con que cubrir su vergonzosa desnudez.
Yo te
pregunto: ¿De qué estás vestido? ¿Qué doctrina te cobija: La del
glamour, o la de las virtudes de Cristo? ¿Cuál es tu cobertura: La de
los glamorosos, o la de las virtudes del que es manso y humilde corazón?
Ten
presente que el glamour nos somete a un embrujo, nos atrae para que
veamos algo de una forma distorsionada, diferente en relación a cómo es
realmente. Cuidémonos del glamour y de los glamorosos. No seamos
arrastrados por la corriente de este mundo solo por estar a la moda.
Sería bueno recordar lo dicho por alguien acerca de las modas cuando no
son buenas: “
Si la moda es ser estúpido, es mejor no andar a la moda”.
Quiero llamar tu atención acerca de
la tendencia de algunos predicadores: Vestirse de glamour para hacerse creíbles;
vestirse de pavo real aunque sean yiguirro. Pero si el glamour es lo
que hace creíble a los ministros de hoy, entonces no es autentico
aquello en que estamos creyendo. Y
mientras la tendencia moderna es vestirse de glamour, la estrategia de Dios es vestir de humildad a sus siervos. Y esto es cierto tanto en Cristo como en sus discípulos. Veamos:
“¿Quién
ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo
de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra
seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo
para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón
de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el
rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”. (Isaías 53:1-3).
“Viéndose
Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un
escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le
dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el
Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. (Mateo 8:18-20).
Cristo mostraba su condición humilde, mientras los Fariseos se vestían clamorosamente.
“Guardaos
de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las
salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y
los primeros asientos en las cenas;” (Lucas 20:46).
Cristo no se disfrazaba de glamour, sino que mostraba sin reparos su condición humilde y su humilde procedencia.
“Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.” (Juan 1:46).
El apóstol Pablo le recordó a la iglesia de corinto su condición no glamorosa.
“Sino
que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo
débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del
mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo
que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1ª Corintios 1:27-29).
El apóstol Pablo siempre se mostró humilde y sencillo (desposeído de glamour)
en su porte y en sus palabras.
“Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable” (2ª Corintios 10:10).
“De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades (…)
Y
me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la
debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. (2ª Corintios 12:8,9).
Así
que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de
Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse
no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y
temblor; (1ª Corintios 2:1-3).
En el tiempo del
apóstol Pablo había un ardiente anhelo por el glamour de la sabiduría
de los filósofos, y por el glamour de los que tenían el porte de los
poderosos de la tierra. Pero
Pablo no disfrazó de glamour la persona de Cristo ni su evangelio para hacerlo creíble o atractivo. De haberlo hecho, hubiera satisfecho la sensualidad de la gente de su tiempo, pero hubiera dejado vacío su interior. En contraste con un lenguaje glamoroso, lo vemos decir en cambio:
“Pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así
judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1ª Corintios 1:23,24).
Por
causa de ser sensuales, eligiendo el glamour antes que las virtudes,
muchos han errado en sus elecciones. Muchos están siendo estafados por
"balaames" modernos que por amor al dinero están vistiendo de glamour
al evangelio para hacerlo mas atractivo para un mundo fascinado por lo
sensual, fascinado por el glamour. Pero resulta que en el proceso están
dejando vacío el interior de un mundo que sigue hambriento del
evangelio de la cruz, que aunque no tiene el atractivo del glamour, sí
tiene la virtud de satisfacer el alma.
Muchas son las
personas que se han embarcado en una decisión. Llevados por el
sensualismo de lo glamoroso, se han enamorado y casado con ideas y
personas llenas de glamour, pero carentes de verdaderas virtudes cristianas. Pues resulta que hoy se nos vende por todos lados una imàgen de lo que el mundo concibe como deseable, siendo el ideal aquello que resulta mas sensual; Los medios de
comunicación y la industria del entretenimiento, (la cual es glamorosa
por excelencia, en la cual han entrado de lleno las instituciones cristianas), nos venden el glamour como lo mas deseable y
satisfactorio para alcanzar la felicidad. Pero
el glamour es solo la bella envoltura de la decepción y el engaño.
Por eso, ante
el peligro del embrujo del glamour, hoy mas que nunca resulta de gran
importancia hacer caso a la exhortación que nos hace la palabra de Dios:
“Así
que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.” (Romanos 12:1,2).
Se que hay mucho mas que decir a cerca de este tema, pero por motivo de tiempo y espacio, terminaré diciendo esto:
Recuerda que
satanás viste de glamour a sus ministros; Mientras Dios viste de humildad y virtudes a los suyos.
“Porque
éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como
apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se
disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus
ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será
conforme a sus obras” (2ª Corintios 11:13-15)..
Recuerda:
Ten cuidado con el sensualismo; Ten cuidado con el glamour, no sea que,
como a Eva la engañó la serpiente, tus sentidos sean extraviados de la
verdad. Recuerda que el glamour y
el sensualismo son la portada de los productos que promociona el diablo.