EL
MINISTERIO DE LA ENSEÑANZA.
El don mas invaluable de la
humanidad es el conocimiento. El conocimiento puede ser
negativo o positivo; cuando es de carácter negativo, la aplicación de dicho
conocimiento será nocivo. Por el contrario, cuando el carácter del conocimiento
es positivo, su aplicación traerá resultados benéficos.
En cuanto al conocimiento
benéfico, no hay uno que sea mayor que el conocimiento del amor de Cristo y de
la verdad. Veamos: " y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 3:19). Es precisamente en la labor
de infundir conocimiento donde toma gran relevancia el ministerio de la
enseñanza. Y para hablar de enseñanza, debemos hablar de la función del
maestro.
Definición
de la palabra maestro.
El significado de la palabra
maestro tiene al menos dos definiciones importantes:
1. Uno que enseña o
instructor.
2. Uno que sirve de guía.
EL LLAMAMIENTO:
Y él
mismo constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
A fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación
del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo; para que ya no
seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de doctrina,
por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas
del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que
es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido
entre si por las coyunturas que se ayudan mudamente, según la actividad propia
de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor.” (Efesios 4:11-16).
El verdadero maestro
cristiano es aquel que ha sido constituido por Dios.
IMPORTANCIA DEL MINISTERIO DE LA ENSEÑANZA.
La enseñanza desempeña una
labor muy importante en la obra de la iglesia.
En el mandato del Señor
Jesucristo de evangelizar al mundo, se encuentra inmerso el mandato de
enseñarles la doctrina de Cristo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándolos que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amen”. (Mateo 28:19,20).
La evangelización y el
discipulado (enseñar) son las tareas primarias de la iglesia. Estas tareas tienen el total
respaldo y autorización departe del Señor: “Y Jesús se acercó y les
habló diciendo: Toda potestad me es dada en cielo y en la tierra. Por tanto,
id, y haced discípulos…” (Mateo 28:18,19).
Debemos entender que todo el
esfuerzo en la evangelización que la iglesia haga, no tendría el sustento ni el
impacto de crecimiento de la obra de Dios, sin la obra de discipular que es
tarea del maestro cristiano, en quien obra el don espiritual de enseñanza. El maestro cristiano, se convierte en la persona mas
importante para el nuevo creyente; llegando ha ser una especie de nodriza que
cuida y educa a un niño, ayudándolo a crecer hasta que alcance madures “Y él mismo constituyó ( ) maestros ( )
hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del hijo de Dios, a un
varón perfecto…”
La
dignidad del maestro:
Nadie puede constituirse
maestro por si mismo o por el conocimiento que posee. Ni debe procurar fama para si
mismo por causa de la ministraciòn del don que le ha sido dado. La mayor autoridad del
maestro procede de la presencia del espíritu de Cristo en su quehacer en el
desempeño de su don: “Pero vosotros no
queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y
todos vosotros sois hermanos. Ni seáis
llamados maestro;
porque uno es vuestro Maestro, el Cristo”. (Mateo 23:8,10).
Dado que la ministraciòn del
don de la enseñanza es una gracia espiritual que no procede de si mismo; sino
del Espíritu de Cristo, el maestro cristiano ha de dar gloria y honra a Cristo;
porque el Espíritu de la enseñanza es el Espíritu de Cristo; y Cristo es el MAESTRO. Si entendemos esto,
entenderemos que si el maestro enseña, ya no es el quien enseña, sino el
Espíritu de Cristo, y por tanto, la dignidad con que desempeña su labor es la
dignidad de Cristo; pues es el Señor quien actúa por su Santo Espíritu a través
del maestro.
Veamos lo que dicen las
sagradas escrituras a cerca de esta verdad: “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo. Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en
Jesús (Efesios4:20,21).
Como podemos notar en las
palabras del apóstol Pablo, es Cristo mismo quien enseña a los creyentes y no
el maestro cristiano. Jesucristo es el Maestro y el
Espíritu Santo es quien le representa en esa función de Maestro de los
creyentes. En el nuevo testamento
encontramos referencias acerca de la función del Espíritu Santo como Maestro: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre
enviará en mi nombre, él os enseñara
todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
Deducido del texto anterior,
podemos decir que el Espíritu Santo es el maestro. Esta es una de las tareas
primordiales del Espíritu Santo en la iglesia.
Veamos otra cita: “Pero la unción que
vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe; asi como la unción
misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según
ella os ha enseñado, permaneced en él,” (1
Juan 2:27).
Tenemos que hacer una
aclaración acerca de este texto en relación a la declaración de “no tenéis necesidad de que nadie os enseñe”. Esa declaración la hace el
apóstol Juan en relación a las enseñanzas que no provienen del Espíritu Santo;
porque en ese tiempo había una gran cantidad de apostatas que estaban enseñando
doctrinas erróneas. No es que el apóstol esté
descalificando la figura del maestro, sino mas bien está enfatizando la verdad
que solo es enseñanza de la verdad aquella que proviene del Espíritu; porque él es
el verdadero Maestro.
El
reconocimiento de la dignidad del maestro por parte de la iglesia:
A causa de la dignidad de la
labor que realiza el maestro cristiano, el apóstol Pablo exhorta a los
creyentes a reconocerlo y valorarlo. Veamos:“Los ancianos que gobiernen bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en enseñar y predicar” (1Timoteo 5:17).
Las palabras “dignos de doble
honor” tienen relación con la dignidad de príncipes o primogenitura. Ha de
recordarse que los primogénitos eran dignos de doble porción en relación a la
herencia paternal. Lo anteriormente dicho no
debe entenderse de ningún modo como que el maestro es superior a otro creyente,
sino que su labor es digna de honra.
En relación a este mismo
tema, otra cita de las escrituras dicen lo siguiente: “El que es enseñado en
la palabra, haga participe de toda cosa buena al que lo instruye” (Gálatas 6:6).
Según el apóstol Pablo, una
forma de valorar la importancia de los dones ministrados, es que el creyente
haga participe de sus ofrendas a los ministros, y esto también es valido para
con los maestros. Léase también: Romanos 15:27
y 1Corintios 9:11, 14.
Si la iglesia esta obligada a
reconocer la dignidad del maestro; también lo está en rechazar a los falsos
maestros.
Cualquiera que enseñe
doctrinas erróneas, sean estas doctrinas de demonios o doctrinas de hombres, no
es digno de llamarse maestro en el sentido bíblico, por cuanto ofende la verdad y el Espíritu del
Maestro.
LA BASE DE LA ENSEÑANZA ES LA PALABRA DE DIOS:
La labor del maestro
cristiano es la de instruir a los creyentes en las doctrinas de Cristo. En esta
tarea se destaca el conocimiento de la palabra de Dios; porque es ella la base
de toda enseñanza: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios
sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16,17).
El maestro cristiano
debe conocer bien la palabra de Dios para poder enseñar a otros.
El maestro debe ser un oidor
atento de las enseñanzas de otros maestros bíblicos que sean superior a el en
conocimiento, y debe procurar que creyentes idóneos para enseñar sean
continuadores del ministerio de la enseñanza: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a
hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2). Además, el maestro debe conocer el propósito de las escrituras para no
entretenerse vanamente en cuestiones de poca importancia en cuanto al verdadero
fin que persiguen las escrituras. (Ver 1 Timoteo 1:3-7.).
El propósito de las
escrituras es dar a conocer a Cristo: “Escudriñad
las escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;
y ellas son las que dan testimonio de mí”
(Juan 5:39).
Además de darnos a conocer a
Cristo, las enseñanzas de las Escrituras
tienen como meta primordial hacer nacer el amor de Dios en el creyente, asi
como también la fe y traer limpieza al corazón: (1 Timoteo 1:5. Salmos 119:9.
Efesios 5:26,27. Tito 3:5. Juan 3:5; 15:3; 17:17. Hebreos 10:22.).
Nadie que no conozca, ame y
estudie la palabra de Dios, podrá ser un maestro cristiano; porque la palabra
del Señor es la base de la enseñanza.
BENEFICIOS DEL MINISTERIO DE LA ENSEÑANZA EN LA
IGLESIA:
1. Una mayor comunión con Dios.
Si los creyentes son
ministrados correctamente con el don ministerial de maestro, ellos llegaran a
tener una conciencia limpia y como consecuencia, tendrán un acceso con gran
confianza al trono de la gracia, lo cual redundará en una mayor comunión con el
Señor: (Hebreos 10:22)
2. Trae fortaleza y crecimiento espiritual:
Dios hace que l iglesia
crezca robusta y fuerte a través del don de la enseñanza. Esto es posible porque la
Palabra de Dios es el pan que alimenta el espíritu de todo creyente. La Palabra de Dios dice: “El respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
En
esta tarea de fortalecer espiritualmente al creyente, es el maestro el que
sirve el pan espiritual al creyente a través del don de enseñanza con la unción
del Espíritu Santo.
El
conocimiento de la palabra de Dios es el nutriente vital que hace crecer fuerte
y robusto al creyente, y por tanto a la iglesia.
3. Trae verdadera libertad:
Uno de los grandes beneficios
que el ministerio de la enseñanza trae al creyente es la verdadera libertad.
Dado que el maestro tiene
como principal fin dar a conocer a Cristo y hacer que los creyentes permanezcan
en él, produce el maravilloso hecho de traer libertad al creyente. Veamos lo que La Palabra de Dios dice al respecto: " Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:31,32).
Cuanto mas eficiente sea el
ministerio de la enseñanza, mayor será la libertad que la iglesia
experimentará. Es por eso que la iglesia ha de procurar que el ministerio de la
enseñanza esté activo.
4. Trae madurez a la iglesia.
Este beneficio que produce el
ministerio de la enseñanza en la iglesia, es de gran importancia. Sin la enseñanza seguimos
siendo niños espirituales, y no podemos heredar o hacer nuestras las
bendiciones de Dios nuestro Padre. Pero a trabes de la madurez se nos abren
puertas para mayores bendiciones del Señor, y conquistamos la herencia de los
hijos: “Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en
nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo” (Gálatas 4:1).
Además, la madurez nos eleva
por encima de la carnalidad que mantiene presa de muchos problemas y conflicto
a los creyentes y retrasa el conocimiento de la sabiduría y la revelación de lo
que en verdad somos en los planes de Dios, manteniendo en pobreza espiritual a
los hijos de Dios. Vea 1 Corintios 3:1-4.
Efesios 1:15-23.
Pero para que la enseñanza
tenga su mayor aprovechamiento y efectividad debe ir acompañado con la buena
actitud de los creyentes de oír con atención y con fe las enseñanzas. Y oír con
fe equivale a poner por obra lo escuchado.
EL CARÁCTER DEL
MAESTRO:
Como todo ministro del Señor,
el maestro ha de ser un hombre integro. Debe entenderse que la falta
de integridad le quita autoridad al maestro. Por el contrario, la integridad le
da autoridad y aceptación. Ver Juan 7:28,29. Sin embargo, debemos tener
cuidado de discernir cuándo alguien esta enseñando la palabra de Dios; porque
aunque el maestro no sea integro, si es la verdadera palabra de Dios la que
está enseñando, debe atenderse la palabra de Dios; porque la palabra del Señor tiene autoridad por sí misma. Veamos: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los
fariseos. Así que, todo lo que os
digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas
no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:2,3).
A pesar de lo dicho
anteriormente, debemos hacer énfasis en el hecho de que el verdadero maestro
debe ser una persona que tenga el carácter de Cristo. Y que también para él
vale la regla: “El árbol se conoce por sus frutos”.
En relación a los dones
complementarios del ministerio de la enseñanza, no es claro poder definirlos.
Esto por cuanto en la Biblia, el ministerio de la enseñanza casi siempre esta
asociado a otros ministerios; apóstol, profeta y pastor.
Para concluir, diremos que:
La iglesia de Cristo necesita
orar con ferviente anhelo a Dios, pidiendo en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que sean reafirmados con poder todos los ministerios de la iglesia. Que sean avivados dentro de
nosotros, poderosos ministerios, apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y
maestros; que sean cual sistemas vitales de un cuerpo, lo cual es la iglesia (El
cuerpo de Cristo) y que a través de ellos fluya el poder y la vitalidad del
Espíritu de Dios; Que fluya la savia de la
vitalidad de Dios hasta despertar a la iglesia en un poderoso avivamiento que
la lleve a trastornar al mundo entero como el comienzo, y aún más allá. Y que la
gloria de Dios sea vista en el mundo a través de su iglesia.
Entandamos que el diseño de
Dios para que su iglesia alcance perfección, madurez, y estatura, se haya en la
operación poderosa del Espíritu a través de los dones ministeriales. Y al
entender esto, pidamos y procuremos que el diseño de Dios siga en vigencia, para
que sea cumplida con eficacia la misión de la iglesia.
William Tercero M.
William Tercero M.