miércoles, 30 de marzo de 2011

El Don de Servir


Si habláramos de prioridades en la obra de Dios, la de servir es una. Pero cuando se ofrecen lugares de privilegio hay muchos candidatos, pero cuando se pide humildad y servicio; no parece haber candidatos. Por eso podemos decir con seguridad que el “departamento de servicio” es el que tiene la mayor cantidad de plazas vacantes en la iglesia.

Debemos saber que el servicio es el que le da sustento a todas las obras de la iglesia, y que toda la obra de Dios descansa sobre este invaluable don.
La expresión más destacada de este don es la que manifestó nuestro Señor Jesucristo en su ministerio.
Estas son sus palabras acerca de este don en su vida: Como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28).
El servicio es lo más alto en la dignidad de los dones.
Aunque en la escala de valores del hombre, el servicio está en lo más bajo; en la escala de cómo Dios valora las cosas, el servicio es lo más alto en la dignidad de los dones.
Notemos las palabras de nuestro Señor a sus discípulos: Mas Jesús, llamándoles les dijo: sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre de ellas potestad.
Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será el servidor de todos.” (Marcos 10:42-44).

El ejemplo de Cristo da sustento y fuerza al don de servir.
Podemos decir que despreciar el don de servicio; es despreciar el mismo ministerio de Cristo, y aún, a él mismo.
En nuestro tiempo estamos sufriendo la calamitosa consecuencia de un espíritu pequeño que solo se ocupa de sus propios intereses.
Debemos entender que el servicio que se da esforzadamente y con un corazón humilde, es el mayor signo de grandeza en nuestro mundo.
Esta verdad que se fundamenta en el gran ejemplo de Cristo, nos la recuerda con fuerza el apóstol Pablo: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el dual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8).

Ese servicio de gran humildad y profundo amor de Cristo Jesús, es lo que mayor beneficio y riqueza ha traído a la humanidad.
La Escritura dice al respecto: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2ª Corintios 8:9).

Engrandezcamos la obra del Señor con nuestro servicio; con el don de servir, imitando a nuestro Señor y maestro, quien dijo: Vosotros me llamáis Maestro, y Señor;  y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, helavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” (Juan 13:13-15).
En la escala de valores del mundo, el servicio está en lo más bajo.
Esto es asi por causa de la vanidad y la arrogancia de la gente, que tienden a querer ser servidos antes que servir, y que creen que servir a otros de mas baja condición, los rebaja a sí mismos.
Tal filosofía es del todo errónea delante de Dios; porque la dignidad no se pierde al servir a otros, aunque la dignidad de los servidos sea menor que la del servidor.

 Los que sirven deben tener conciencia plena acerca de esta verdad.
Veamos:  “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor;  y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáisDe cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:13-117).
En este texto, donde el Señor demuestra toda su humildad al lavar los pies de sus servidores, él les hace ver que la gran humildad de su servicio no lo hace menos; él sigue siendo su Maestro y Señor.
El mensaje que contiene este texto se puede parafrasear de este modo: “La humildad de servir, lejos de quitarte tu dignidad y rebajarte; mas bien, te hace mas grande”

Para que usted pueda comprender mejor esta verdad, ampliaremos un poco más un texto al que ya nos referimos anteriormente: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el dual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también lo exaltó hasta le sumo, y le dio un nombre que es sobre de todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:5-11).

El Matrimonio

A través de este estudio, nos proponemos que el creyente pueda obtener el conocimiento de la procedencia del matrimonio como institución, su propósito y sus beneficios tanto para el hombre como para la mujer
El matrimonio es una institución divina.
Eso quiere decir que proviene de Dios.
A través del tiempo, el matrimonio ha sufrido una serie de alteraciones que han nublado su propósito y distorsionan su esencia. Tales distorsiones y alteraciones han provocado una gran cantidad de males en nuestra sociedad. Las alteraciones que ha sufrido el matrimonio no son autorizadas; porque no proceden de Dios, que es su creador.
El matrimonio fue instituido por Dios.Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él (    ...    ) entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombreGénesis 2:18, 21,22).
Como podemos ver, el matrimonio es una idea surgida de Dios y no de los hombres.
El hecho de ser instituido por Dios, le da al matrimonio un carácter de benignidad; es decir, que todo en el es bueno y provechoso para el ser humano. Además, le da un carácter de perfección; porque las obras de Dios son sin error. De modo que cualquiera que quiera argumentar la conveniencia de los cambios que se hagan al matrimonio, ofende la sabiduría de Dios.
En este tiempo, las personas proponen cambios para el matrimonio ignorando por completo el diseño y propósito de Dios. Hay quienes abogan porque el matrimonio sea aceptado entre personas de un mismo sexo. Y hay muchos que inclusive han dejado de considerarlo necesario para la unión entre hombre y mujer.

El matrimonio es santo.
La santidad del matrimonio quiere decir que  debe ser puro porque procede de Dios.
Eso significa que el matrimonio ha de mantenerse dentro de normas morales bien definidas que honren a Dios.
Veamos lo que dice el escritor bíblico en su carta a los hebreos: Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y los adúlteros los juzgará Dios (Hebreos 13:4).

Nuestro cuerpo le pertenece a nuestra pareja.
Tanto la esposa como el esposo están obligados a velar por la pureza y la fidelidad de su cuerpo y su mente con el mismo celo con que cuida el de su pareja; sabiendo que no se pertenece asimismo; sino que le pertenece a su cónyuge.
En el mundo se ha hecho una costumbre que las personas cuiden con celo la fidelidad de su pareja, pero este enfoque es incorrecto. Y no es que un cónyuge no deba ocuparse de la fidelidad de su pareja; pero el enfoque correcto del celo y el cuidado que un cónyuge debe tomar, es aquel que se enfoca en cuidar de si mismo para guardarse en fidelidad para su pareja; entendiendo que su relación matrimonial es un estado de pureza y santidad en la que se debe por completo a su cónyuge. Pero la mayor razón de que el matrimonio sea santo, se halla en el hecho de que tipifica la unión del amor de Cristo y la iglesia: Vea Efesios 5: 25- 32.

Composición del matrimonio:
El matrimonio está compuesto por un hombre y una mujer.
Esto es plenamente consecuente con el propósito del matrimonio. Un matrimonio extra bíblico, siempre estará fuera de propósito, y en algunos casos, será contra naturaleza, sobre todo en lo relativo a la sexualidad. Delante de Dios, nunca podrá considerarse matrimonio a otra unión que no sea la de un hombre con una mujer, sin importar cuales sean las razones o la composición de esa unión; sea esta homosexual (unión de dos individuos de un mismo sexo) y mucho menos la unión de un ser humano con un animal o con otro ser de otra naturaleza.

Propósito del matrimonio:
La unión matrimonial según el diseño de Dios, tiene el propósito de:
a) El goce de la sexualidad.
El deleite sexual es uno de los grandes beneficios del matrimonio. Es la voluntad de Dios que los seres humanos disfrutemos de nuestra sexualidad sin que ello nos deje consecuencias negativas y dolorosas. Asi que, si la vivencia de nuestra sexualidad nos deja problemas, no estamos alcanzando el propósito la sexualidad.
El goce de las relaciones sexuales íntimas está reservado para el matrimonio. Cualquier acto sexual que sea íntimo y esté fuera del matrimonio, es pecado.
Cuando hablamos de pecado, nos estamos refiriendo básicamente a fallar en nuestro propósito. Y eso es lo que ocurre con la infidelidad sexual; porque produce un efecto totalmente opuesto en el cónyuge afectado; porque lo llena de ira, tristeza y decepción; lo cual está fuera de propósito en el plan de Dios para la sexualidad.
La fornicación y el adulterio están considerados en la palabra de Dios como un pecado muy grave. Así lo dice el Apóstol Pablo: No sabéis que los injustos no heredarán el reino el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores heredarán el reino de los Dios. (1Corintios 6:9).
Debe entenderse que el pecado sexual no solo tiene repercusiones eternas; sino que además, produce graves trastornos emocionales que afectan profundamente a las personas.
Veamos las sabias palabras del proverbista: “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? ( ... ) Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada. Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza” (Proverbios 6:27,28,32-34).
Esas sabias palabras del proverbista, nos hablan con elocuencia acerca de las dolorosas consecuencias del pecado sexual. Nos dice que es inevitable sufrir consecuencias si somos infieles. El disfrute de la sexualidad no debe valorarse en relación a la intensidad de las emociones o al delirio momentáneo del acto sexual;  sino mas bien a la satisfacción que perdura en una conciencia limpia que sabe que a la par que disfrutó del placer sexual, además, honró a Dios manteniendo puro el ejercicio de su sexualidad.
En otra parte la escritura dice:Huid de la fornicación, cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca (1Corintios 6:18).
Debemos entender que el hombre y la mujer mantienen una unión intima y espiritual a
través del matrimonio; y al pecar contra su propio cuerpo, lo hace también contra su cónyuge; porque los dos son una sola carne.
Hemos de saber que uno de los actos más grandes de desamor lo constituye la infidelidad sexual, ya que la infidelidad es totalmente contraria a los nobles propósitos del amor que es base de la unión matrimonial.
b) La procreación.
Biológicamente los seres humanos estamos diseñados para la procreación.
Este propósito aporta beneficios a la sociedad y hace aflorar la paternidad/maternidad  que trae mucho deleite y realización a los seres humanos; ya que alcanzan un propósito inherente en su naturaleza corporal.
Nota:
En la lección “La familia” ampliaremos el tema de la reproducción y la función de los hijos.


Responsabilidades en el matrimonio:
1) Amarse mutuamente:
El amor es parte esencial del matrimonio, porque provee satisfacción al corazón y dignifica al individuo proveyendo el vínculo esencial para la comunión.
Además, el amor constituye la virtud más importante para una relación edificante y permanente que ayuda a comprender y corregir los defectos entre los cónyuges.
Al respecto, la palabra de Dios dice: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia,  y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27).  
El hecho que la escritura diga en este texto, que el hombre debe amar a su esposa, y no mencione a la esposa con la misma obligación para con el varón, no la excluye de este mandato. Tanto el esposo como la esposa se deben amor el uno al otro porque los dos son una sola carne, y porque los dos necesitan de las virtudes del amor para poder mantener en bendición su matrimonio cuando afloren los defectos y las faltas del uno o del otro.
Veamos las virtudes del amor:El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…” (1Corintios 13:4 -8)   2) La fidelidad del uno para el otro. La fidelidad mutua en el matrimonio contribuye al propósito del disfrute benéfico de las relaciones sexuales. Tanto hombre como mujer están obligados a ser fiel mutuamente. Esa fidelidad va mucho mas allá de lo que se puede considerar un acto sexual íntimo; sino que abarca los deseos del corazón y los coqueteos. Esto es así porque hay adulterio del cuerpo y adulterio del corazón. Es necesario entender que toda infidelidad se gesta primero en la mente y en el corazón.
Hay quienes consideran extremismo esta posición, pero esto es lo dicho por el Señor Jesucristo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón (Mateo 5:27,28).
3) Satisfacer las necesidades sexuales del uno para con el otro:
El disfrute sexual no es solamente un privilegio; es, además, una responsabilidad u obligación mutua.
Las necesidades sexuales de nuestra pareja deben ser suplidas por nosotros, no negándonos, a no ser por mutuo acuerdo o por una razón de fuerza mayor. Esta doctrina no es machista ni feminista; porque es para ambos cónyuges; ni extra bíblica; porque tiene su base en la palabra de Dios.
Asi que podemos decir, que tener una permanente actitud de complacer sexualmente a nuestro cónyuge, es parte importante de la doctrina de Cristo para el matrimonio.
Veamos: El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y así mismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujerNo os neguéis el uno al otro, a no ser por un tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no nos tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.” (1Corintios 7:3-5).
Ha de entenderse que como dice la famosa frase comercial: “aplican restricciones”. No es cuando y como quiera nuestra pareja. Porque existen deseos insanos que no pueden ser satisfechos a costa de ignorar la moral cristiana y la dignidad del cónyuge.
La satisfacción de las necesidades sexuales ha de hacerse dentro de la moral cristiana; cuidando de no dañar u ofender la dignidad del cónyuge, es decir, que debemos tratar con respeto, delicadeza, amor y cuidado el cuerpo de nuestro cónyuge.
4)  Respeto mutuo:
Así dice la palabra del Señor: “Por lo demás, cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” (Efesios 5:33).
Debemos hacer énfasis (como lo hicimos con respecto de el deber del marido de amar a su esposa) que el hecho de que la palabra del Señor, ligue de manera directa a la mujer a respetar a su marido, y no diga lo mismo al esposo, no obstante, el esposo igualmente está obligado a respetar a su esposa.
El que la palabra de Dios urja de modo prioritario a que el hombre ame a su mujer; a la  mujer a que respete a su marido, tiene mucho que ver con la composición interior de hombre y mujer.
Por alguna inexplicable razón, la mujer es mucho mas sensible y vulnerable ante el desamor y la falta de ternura en el hombre hacia ella; que de ésta hacia él. Y de igual manera, inexplicablemente, el hombre reacciona con mucho mayor desequilibrio ante el irrespeto de la mujer; que ésta ante el irrespeto del hombre.
Ante esta situación descrita, que hace alguna diferencia entre hombre y mujer, solo podemos entenderlo basados en el simbolismo que representa el hombre y la mujer en el matrimonio. Asi por ejemplo: La mujer representa simbólicamente a la iglesia del Señor. Y en esta representación, ella debe recibir todo el amor de su esposo, como la iglesia recibe el amor sin reservas de Cristo. Por otra parte, el hombre representa en el matrimonio a la figura de Cristo; y como tal, ha de recibir todo el respeto y aprecio de su esposa, como Cristo lo recibe de la iglesia (ver Efesios 5:21-32).
5) Permanecer en el estado del matrimonio hasta la muerte:
El matrimonio es una institución sagrada que Dios estableció entre los seres humanos.
Esta institución no es temporal, sino que es permanente. Esto quiere decir, que el matrimonio es hasta que la muerte los separe. Es decir, que ni el hombre ni la mujer tienen autorización de parte de Dios para deshacer el matrimonio.
Veamos lo que dice el Señor por su palabra: Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo? y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya mas dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla? Él desdijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada adultera.” (Mateo 19:4-9).
Debe entenderse que Dios hizo un hombre para una mujer y a una mujer para un hombre.
En las escrituras solo hay dos casos calificados en que se nos permite contraer nuevas nupcias.
Estos son:
1) Cuando uno de los cónyuges adultera“salvo por causa de fornicación…”
La frase anterior se refiere a la posibilidad legítima de divorciarse, y no a la de casarse, no obstante, decimos que dicha frase es una autorización para contraer nuevas nupcias, por que al casarse de nuevo no adultera, porque la causa de separación es legitimada por el Señor Jesucristo.
2) La muerte de uno de los cónyugesPorque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera.” (Romanos 7:2,3).
Si las causas de separación no son las ya mencionadas, las escrituras recomiendan dos soluciones:
a) Volverse a reconciliar“…y si se separa, quédese sin casar o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.” (1Corintios 7:11).
Al matrimonio ha de acompañarle virtudes importantes como el amor y la misericordia.
Si estas virtudes no estàn en el matrimonio, es posible que sufra una ruptura en los momentos de prueba.
Solo el amor profundo puede traer reconciliación cuando uno de los cónyuges ha pecado contra el otro.
b) Quedarse solteros“…y si se separa, quédese sin casar…”
Quedarse sin casar es una de las consideraciones más difíciles de la ruptura matrimonial, y es algo imposible de lograr sin vivir en pecado.
Vivir soltero y en abstinencia sexual, solo es posible si Dios nos capacita con el “don de abstinencia”. Ver (1Corintios 7:8,9).

La necesidad de dirección de Dios:
Como podemos ver, el matrimonio es un asunto de gran seriedad. Es por eso que los que están solteros o solteras deben tener sumo cuidado de con quién se casarán.
No deben tomar este asunto a la ligera, y sobre todo, deben poner esta decisión delante del Señor, pidiendo su guianza  y su bendición y pidiendo ser librados de una mala elección.
Entendiendo que el matrimonio es una gran bendición, siempre que la elección sea la correcta; pero que puede ser una carga insoportable si nos equivocamos.
El caso de los que estàn casados y en problemas:
En este caso, deben tratar de salvar el matrimonio trabajando en mejorar aquellas cosas que pudieran destruirlo, porque ya no hay tiempo para elegir. Esta afirmación podría ser muy dura para aquellas personas que estàn viviendo una situación muy difícil.
Debemos reconocer que hay casos de abusos muy delicados en algunos matrimonios que merecen una valoración especial. En tales casos, los pastores del rebaño, con pleno conocimiento de la situación, pueden dar su mejor recomendación a los afectados. Llegando a soluciones sabias y justas por la vía de la concesión y no de la doctrina. Léase: 1ª Corintios 7:6-9.

Concluiremos este tema diciendo que:
El matrimonio es un estado de mayor realización de los individuos; tanto hombres como mujeres son mas completos unidos en matrimonio que solos; porque Dios los creo en unidad para alcanzar los propósitos de su hacedor: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó;  varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread…” (Génesis 1:27,28).
Al decir lo anterior, no estamos diciendo que las personas no pueden alcanzar realización sin estar casados.La palabra de Dios nos muestra que eso es posible:
El caso del apóstol Pablo: Las personas; hombres y mujeres, pueden alcanzar realización en una soltería permanente, siempre y cuando Dios tenga un propósito específico para la soltería de ellos: Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, càsense, pues mejor es casarse que estarse quemando” (1Corintios 7:8,9).
El propósito de la cooperación:
Alcanzar el estado del matrimonio, es alcanzar un nivel de mayor realización de los individuos, ya que Dios dice:
“No es bueno que el hombre esté solo”
El matrimonio trae a los individuos muchas posibilidades de alcanzar objetivos que Dios determino para hombres y mujeres. La cooperación entre hombre y mujer produce efectividad en forma abundante.
De hecho, uno de los propósitos de Dios para el matrimonio, es la cooperación mutua. Eso lo vemos en el texto de las sagradas escrituras, que dicen: Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él ( ... ) entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre (Génesis 2:18,21,22).
También la Escritura nos dice: “El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová (Proverbios 18:22).
Sin duda alguna, el matrimonio es una idea de de la mente maestra de Dios. Y por tanto es buena y llena de un gran potencial. En estos tiempos, donde las cosas buenas están siendo menoscabadas, el matrimonio es una de esas cosas buenas y maravillosas que ha sido desvalorizada. Ello ha traído graves consecuencias a la sociedad; y se hace necesario que aquellos que creemos en Dios, creamos también en sus obras y defendamos la obra maravillosa de Dios, a la que llamamos: El matrimonio.

sábado, 26 de marzo de 2011

De Regreso A Casa

Deja tus comentarios a cerca del tema del hijo pródigo, el cual trata esta hermosa canción de Alejandro Alonso.

lunes, 21 de marzo de 2011

El cuerpo del creyente es templo del Espíritu Santo


En este estudio nos proponemos enseñarle al creyente la importancia del cuerpo en la devoción cristiana. Para ello analizaremos las sagradas escrituras del nuevo testamento, donde encontraremos importantes razones para cuidar nuestro cuerpo más allá de lo estético. Además, escudriñaremos la principal razón de ser de nuestro cuerpo.

EL CUIDADO DE NUESTRO CUERPO:
Hay razones importantes por las cuales las personas cuidamos con mucha atención y esmero algunas cosas. Entre algunas razones podemos mencionar: el valor o el aprecio que le damos a algo, o el fin con que fue diseñado algún objeto. Esto mismo se aplica a nosotros como personas; nuestra vida puede ser cuidada o descuidada de acuerdo al valor que le demosComo cristianos, no podemos ser descuidados con nuestra vida. Debemos entender que tenemos un elevado destino y propósito; fuimos creados para ser morada de Dios; para ser su templo. Y debemos valorar nuestra vida en todo sentido, en razón de lo que realmente es; de acuerdo al plan de Dios: su santo templo. (1 Corintios 6:19)


RAZONES PARA CUIDAR NUESTRO CUERPO
1-   En razón de su procedencia“Reconoced que Jehová es Dios; él  nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado(Salmo 100:3).
Procedemos de Dios; somos hechura de él. Esa es una razón sumamente importante de porqué cuidar nuestra vida; cuidar nuestra vida es respetar a Dios. Contrariamente, si descuidamos nuestra vida; irrespetamos a Dios nuestro hacedor. Gran parte del respeto que debemos mostrar a Dios, se debe evidenciar en el respeto que nos damos a nosotros mismos y a nuestros semejantes; porque quien respeta al creador, respeta sus obras; y quien respeta las obras, también respeta a su creador.
2. En razón de su valor¡¡Somos una obra maestra de arte; somos obra de Dios ¡¡
Nadie que tuviera un poco de conocimiento de arte, osaría de ninguna manera, destruir la escultura “el David” de Miguel Ángel o la “Mona Lisa” de Da Vinci. Pero nosotros nos atrevemos a destruir la obra maestra de Dios; dañamos nuestro cuerpo con vicios, con glotonería y descuido; y lo que es peor; dañamos la vida de los demás; tratándolos con violencia, desprecio e irrespetos, como se trata a algo carente de todo valor.
Aunque ciertamente la sociedad humana valora las cosas y después las ama;  y talvés  eso esté bien para las cosas; pero en cuanto a los seres humanos, nosotros los cristianos debemos amar y valorar a las personas de acuerdo a la voluntad de Dios. Esta misma razón debe ser la base del amor hacia nosotros mismos.
El “amor” que surge de valorar algo de acuerdo a los criterios humanos que no tienen en cuenta a Dios como base, está, casi siempre, basado en el interés. Y es probable que los intereses varíen, y al variar el interés; el amor y el valor que le damos a las cosas, variarán inevitablemente. Por ejemplo: Amamos una prenda e vestir cuando está de moda; pero cuando la moda pasa y la prenda parece anticuada, dejamos de amarla. Esto es así porque nuestro interés estaba basado en que la prenda estaba de moda en su momento. Lastimosamente lo mismo pasa en las relaciones con las personas, casi siempre están basadas en el interés y en una falsa valoración.
Pero el valor que le damos los creyentes a alguien, sea este nuestro prójimo o a nosotros mismos, debe surgir de un verdadero amor; debe surgir de Dios. Ninguna otra fuente es confiable; porque solo el amor de Dios tiene la característica de ser permanente: porque el amor nunca deja de ser (1 Corintios 13:8).
Enfatizamos, entonces, que ese verdadero amor con que debemos amar a nuestros semejantes, debe surgir primeramente de Dios. Pues no podemos amar verdaderamente las obras de Dios sino le amamos primeramente a él.
Nuestro Señor Jesucristo da por un hecho que las personas deben amarse a sí mismas (Mt. 22:39). Esto mismo hace el apóstol Pablo (Ef. 5:28,29). Este amor de sí mismos es la base y virtud que nos estimula a cuidar de nuestro cuerpo; debemos amarnos a nosotros mismos, para así poder cuidarnosNadie que no se ame verdaderamente, podrá cuidar con esmero su vida.
Y, finalmente, debemos amar a los demás. Valorarles, estimarles y respetarles, será consecuencia de: Amar a Dios y amarnos a nosotros mismos. Podemos decir, que todo aquello a lo que amamos, se vuelve valioso para nosotros. Por ello, si nos amamos a nosotros mismos; nos volveremos valiosos en nuestra estima de nosotros mismos; y con ello agradaremos a Dios quien nos creó.

NUESTRO CUERPO Y NUESTRO ESPÍRITU SON DE DIOS.
Todo cristiano tiene el deber de cuidar su cuerpo como algo sagrado; tal deber es parte importantísima de su devoción. Debe entenderse que no hay verdadera devoción si en  nuestro cuerpo no se nota tal devoción.
El Apóstol Pablo les habla a los romanos de este asunto, y sus palabras son elocuentes y demandantes al decir: os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo y santo agradable a Dios” (Romanos 12:1).
La mayoría de personas se escandalizarían hasta la indignación si a alguien se le ocurriera exhibir pornografía dentro de un templo; porque a nadie se le ocurrirían semejantes cosas. ¿Porqué?; pues por que “es la casa del señor”. ¡Pero no se escandalizan en lo mínimo si alguna persona deja entrar a su vida cosas como esas u otras peores¡.
Debemos saber que el cuerpo de los creyentes es mucho mas sagrado que un edificio al que llamen templo, no importa cuan bello y pomposo sea. Nada en este mundo es más sagrado y santo que el corazón de un verdadero hijo de Dios.

La razón de porqué el creyente debe cuidar con esmero su cuerpo, es por el hecho de ser morada de Dios. El Apóstol Pablo le dice a los cristianos de Corinto:El cuerpo es para el Señor y el Señor para el cuerpo” (1 Corintios6:13) “SOMOS MORADA DE DIOS”
Además de lo dicho ya, debemos entender que nuestro cuerpo es un regalo de Dios. Por eso, si amamos a Dios cuidaremos nuestro cuerpo.
En verdad el cuerpo es más que un regalo de Dios; es del Señor; comprado a precio de sangreEsto nos lo recuerda el Apóstol Pablo, cuando nos exhorta con fuerza a honrar al Señor con nuestro cuerpo, diciendo: “O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:19—20).
Cuidemos nuestro cuerpo como el templo de Dios; embellezcámoslo por dentro y por fuera; Saquemos de adentro, todo aquello que lo contamina, y pongamos en su lugar lo mejor para  decorarlo con “oro, plata, perlas y piedras preciosas”
Ejemplo de la edificación de un temploEl rey David cuando iba a construir el templo, preparó con grandes esfuerzos muchos materiales preciosos para dicha obra. De su propia boca son las siguientes palabras: He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida… del oro, de la plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta…” (1 Crónicas 22:14).
Aquel magnífico templo fue construido, no por David, sino por su hijo Salomón. Aunque fue su padre el que dedicó toda su vida a recoger y a atesorar para la construcción del templo; hizo a su hijo la exhortación de añadir a lo recaudado por él. Al  referirse a los materiales más costosos: oro, plata, hierro y bronce; le dice: He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová…” Pero cuando se refiere a los materiales más comunes, le dice: “… así mismo he preparado madera y piedra, a lo cual tu añadirás” (1 Crónicas 22:14)
Ciertamente es una tarea seria el trabajar en nuestra vida para Convertirla en un hermoso templo, pero al igual que David; Dios nuestro padre, ha provisto lo más valioso de los materiales, y nos hace la misma exhortación a nosotros: “Tu añadirás tu parte” Ciertamente una vida de consagración a Dios no viene de la nada; es una tarea  que requiere de nuestro esfuerzo, entrega, voluntad y disciplina; Hay que abstenerse de algunas cosas; y tener paciencia para disfrutar de otras a su debido tiempo (Noviazgo y sexo) hay que dedicar tiempo a la oración, al ayuno y a la lectura de la palabra de Dios. Además, hay que alejarnos de malas influencias. La palabra de Dios dice: no erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33).
Otra cosa muy importante que debemos hacer, es tener comunión con otras personas que han alcanzado madurez; para recibir guianza y consejo. ¡Recuerda que tu eres especial¡

RECUERDA QUE ERES EL TEMPLO DE DIOS.
Al principio de nuestra vida de creyentes puede que nos parezca una esclavitud vivir una vida de consagración. Pero en medida que vayamos teniendo la revelación de porqué hacerlo, vamos a ir experimentando una vida plena de dicha y bendición. Sobre todo experimentaremos una vida de verdadera libertad; la vida del Espíritu; del que somos templo. Cuando dejamos que Dios señoree en nuestra vida a través de su Santo Espíritu; lejos de vivir en esclavitud, vivimos en verdadera libertad. Las sagradas escrituras dicen: Porque el  Señor es el Espíritu; y  donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”    (2 Corintios 3:17).
Cumplamos el bienaventurado propósito de Dios para nuestra vida. Dejemos que él venga a morar en nuestro corazón; y trabajemos con alegría en la edificación de ese altar interior para Dios. Dejemos que la abundante gracia de Dios encuentre su lugar en nuestro corazón; Y en unidad con todos aquellos que están en esta misma búsqueda, y con aquellos que han alcanzado este propósito de Dios para sus vidas; convirtámonos en esa casa espiritual en la que ofrezcamos sacrificios agradables a Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Recuerda: ¡Tu cuerpo es templo del Espíritu Santo¡