domingo, 10 de octubre de 2010

El glamour, una moda deseable para el creyente?

Glamour. Sí, eso es lo que está de moda, es lo que hoy por hoy hay que tener; nos venden glamour, nos recomiendan ser glamorosos. En nuestro tiempo hay personajes que derrochan glamour, la gente se opera para verse más glamorosa, en fin, el glamour es lo de hoy, es lo deseable.
¿Pero, que es glamour? El diccionario de la Real Academia Española (RAE) lo define como: encanto sensual que fascina.
Es interesante ver el significado de las palabras con que la RAE define lo que es glamour. En primer lugar está la palabra “encantar”.
Encantar =  incantare es un vocablo del latín, y significa primero que nada: someter a poderes mágicos. También significa: atraer o ganar la voluntad de alguien. Pero también significa: Entretener con razones aparentes y engañosas. De ahí que podemos decir que, glamour tiene que ver con atraer para someter con razones aparentes y engañosas.
El glamour fascina. Y fascinar, según lo define el mismo diccionario, viene de fascinare, que en latín quiere decir embrujar, o fascinum, también en latín, lo cual significa embrujo.
Fascinar, según la RAE, tiene tres significados:
1. Engañar, alucinar, ofuscar.
2. Atraer irresistiblemente.
3. Hacer mal de ojo.
Así que, el glamour es un peligro. Pues te somete a un embrujo, te atrae irresistiblemente y te hace el mal de ojo para ganar tu voluntad.

Pero, ¿cómo logra el glamour someterte a un embrujo, atraerte irresistiblemente, o hacerte mal de ojo para ganar tu voluntad? Ahí entra la segunda palabra de la definición de glamour: Sensual.
Recordemos nuevamente la definición de glamour: “encanto sensual que fascina; O lo que es lo mismo: “sometimiento sensual que embruja”.
Pero ¿qué quiere decir sensual? Veamos las tres definiciones que la RAE le da a esta palabra:
Sensual. (Del lat. sensuālis).
1. adj. Perteneciente o relativo a las sensaciones de los sentidos.
2. adj. Se dice de los gustos y deleites de los sentidos, de las cosas que los incitan o satisfacen y de las personas aficionadas a ellos.
3. adj. Perteneciente o relativo al deseo sexual.
O sea que sensual es lo que entra por los sentidos, (por los cinco sentidos), y es lo que uno incorpora a su vida sin pensar sensatamente. Sensual pues, viene del latín sentire, que significa: sentir. También se derivan de ella las palabras consentir, o asentir. Así que, cuando aceptamos algo en nuestra vida, un pensamiento, una forma de vestir, una conducta, etc. Si es de una forma sensual solamente, puede que estemos siendo víctimas de  la fascinación de lo sensual. Pero talvès te preguntes: ¿Está mal ser sensual, percibir cosas por los sentidos? Pienso que no. Sólo que una vez que algo fue sentido, sería bueno pensarlo, para que esa sensaciòn no nos someta fácilmente a un "embrujo". Pues la sensualidad es engañosa. Se puede decir que fue la sensualidad lo que llevó a Eva a comer del fruto prohibido. Y si vemos los nefastos engaños de la sensualidad en este caso destacado, entenderemos que la sensualidad es un gran peligro para el creyente. Es por eso que debemos ser cuidadosos con lo que percibimos o sentimos, porque podemos ser engañados por nuestros sentidos. Veamos lo que dice la Escritura acerca de ese caso:
Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.” (2ª Corintios 11:3).
Escribo esta nota porque se que lo glamoroso está de moda,y que cuesta resistirse a lo que brilla con glamour. Y lo cierto es que el glamour es como un imán que nos arrastra, y que nos atrae, y muchas veces no nos resistimos a sea atracción, a pesar de que eso sea para someter nuestra voluntad.
Hoy, nos resulta sumamente evidete que en los círculos evangélicos se ha venido dando el fenómeno de lo glamoroso. Son muchos los que se han hecho de una imagen glamorosa que seduce a millares. El glamour ha suplantado al carácter virtuoso, y muchos son los que van en esa corriente, arrastrados por la fascinación que despierta la imagen o la retórica moderna de muchos predicadores que, aunque están llenos de glamour, carecen de las virtudes necesarias para ser verdaderos siervos de Cristo. Y son miles los que están siendo seducidos por el glamour de fastuosos templos; abandonando los lugares de congregación, que a su sensual juicio, carecen de glamour por ser de humilde o moderada apariencia. Esos creyentes se han olvidado de que la belleza de la iglesia, aquella belleza que debe ser estimada como la más deseable de todas, es la llenura de las virtudes de Cristo en la vida de todos aquellos que componen la iglesia del Señor. Veamos lo que la Escritura dice acerca de esto:
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. (2ª Pedro 1:3-9).
La belleza que debe ser estimado como motivo digno de hacernos desear ser parte de ella, no es el glamour de los templos físicos, sino la de las virtudes de una iglesia donde los que la componemos seamos el templo donde mora la verdadera adoración a Dios. Veamos lo que dice el apóstol Pedro:
Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1ª Pedro 2:5).
Amados hermanos, dejèmonos ya de ser engañados por la sensualidad de nuestros sentidos; sigamos lo verdadero y espiritual; Dejemos de buscar ser parte de lo glamoroso, y seamos parte de esa iglesia que se preocupa de ser la casa donde moran las virtudes de Dios. No nos dejemos arrastrar por la corriente de lo moderno o actual solo porque eso es lo que está de moda. No nos dejemos arrastrar por la fascinación del glamour.
Don José Ortega y Gasset, Uno de los filósofos españoles de la primera mitad del siglo XX, decía: “Es la época de las corrientes, del dejarse arrastrar. Casi nadie presenta resistencia a los superficiales torbellinos que se forman en arte o en ideas, o en política, o en los usos sociales. Por lo mismo, más que nunca, triunfará la retórica.”
Pero nosotros los creyentes en Cristo no nos dejemos arrastrar por las corrientes de lo fascinante. Las consecuencias de dejarse arrastrar son dolorosas ¿Se dejarían arrastrar por un caballo solo porque es pura sangre? ¿O se dejarían arrastrar por un auto, solo porque éste sea Lamborgini?¿porque entonces, dejarse arrastrar por un templo glamoroso, o por un predicador glamoroso, o por un programa de televisión glamoroso?
Lamentablemente tenemos que reconocer que algunos creyentes, por vestirse de glamour, envés de verdaderas virtudes, hoy, algunos están desnudos delante de Dios. Eso les pasó a muchos creyentes de la antiguedad, que apreciaron mas el ropaje del glamour del mundo que las virtudes de Cristo, y por ello fueron amonestados por el Señor con las siguientes palabras:
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. (Apocalipsis 3:16-18).
Y de la misma manera, hoy día, muchos creyendo estar bien vestidos, están desnudos; porque su vestido es el glamour del mundo, pues ese vestido es basura delante de Dios, y la “riqueza” del glamour es miseria delante de Dios, no importando cuan fastuoso nos parezca.
Abramos bien nuestros ojos, no sea que nos este pasando lo del rey vanidoso, que por su afán de ser el mejor vestido, y de estar a la moda, fue timado; vestido de telas mágicas; cuando en realidad se paseaba desnudo por las calles. Y no fue desengañado de su glamoroso embrujo, sino hasta que alguien se atrevió a decirle acerca de su locura. Y entonces, el rey avergonzado buscó ropas con que cubrir su vergonzosa desnudez.

Yo te pregunto: ¿De qué estás vestido? ¿Qué doctrina te cobija: La del glamour, o la de las virtudes de Cristo? ¿Cuál es tu cobertura: La de los glamorosos, o la de las virtudes del que es manso y humilde corazón?
Ten presente que el glamour nos somete a un embrujo, nos atrae para que veamos algo de una forma distorsionada, diferente en relación a cómo es realmente. Cuidémonos del glamour y de los glamorosos. No seamos arrastrados por la corriente de este mundo solo por estar a la moda. Sería bueno recordar lo dicho por alguien acerca de las modas cuando no son buenas: “Si la moda es ser estúpido, es mejor no andar a la moda”.

Quiero llamar tu atención acerca de la tendencia de algunos predicadores: Vestirse de glamour para hacerse creíbles; vestirse de pavo real aunque sean yiguirro. Pero si el glamour es lo que hace creíble a los ministros de hoy, entonces no es autentico aquello en que estamos creyendo. Y mientras la tendencia moderna es vestirse de glamour, la estrategia de Dios es vestir de humildad a sus siervos. Y esto es cierto tanto en Cristo como en sus discípulos. Veamos:
“¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos”. (Isaías 53:1-3).
“Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. (Mateo 8:18-20).

Cristo mostraba su condición humilde, mientras los Fariseos se vestían clamorosamente.
Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;” (Lucas 20:46).
Cristo no se disfrazaba de glamour, sino que mostraba sin reparos su condición humilde y su humilde procedencia.
“Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.” (Juan 1:46).
El apóstol Pablo le recordó a la iglesia de corinto su condición no glamorosa.
“Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1ª Corintios 1:27-29).
El apóstol Pablo siempre se mostró humilde y sencillo (desposeído de glamour)  en su porte y en sus palabras.
“Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable” (2ª Corintios 10:10).
“De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades (…)
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. (2ª Corintios 12:8,9).
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; (1ª Corintios 2:1-3).
En el tiempo del apóstol Pablo había un ardiente anhelo por el glamour de la sabiduría de los filósofos, y por el glamour de los que tenían el porte de los poderosos de la tierra. Pero Pablo no disfrazó de glamour la persona de Cristo ni su evangelio para hacerlo creíble o atractivo. De haberlo hecho, hubiera satisfecho la sensualidad de la gente de su tiempo, pero hubiera dejado vacío su interior. En contraste con un lenguaje glamoroso, lo vemos decir en cambio:
“Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1ª Corintios 1:23,24).
Por causa de ser sensuales, eligiendo el glamour antes que las virtudes, muchos han errado en sus elecciones. Muchos están siendo estafados por "balaames" modernos que por amor al dinero están vistiendo de glamour al evangelio para hacerlo mas atractivo para un mundo fascinado por lo sensual, fascinado por el glamour. Pero resulta que en el proceso están dejando vacío el interior de un mundo que sigue hambriento del evangelio de la cruz, que aunque no tiene el atractivo del glamour, sí tiene la virtud de satisfacer el alma.
Muchas son las personas que se han embarcado en una decisión. Llevados por el sensualismo de lo glamoroso, se han enamorado y casado con ideas y personas llenas de glamour, pero carentes de verdaderas virtudes cristianas. Pues resulta que hoy se nos vende por todos lados una imàgen de lo que el mundo concibe como deseable, siendo el ideal aquello que resulta mas sensual; Los medios de comunicación y la industria del entretenimiento, (la cual es glamorosa por excelencia, en la cual han entrado de lleno las instituciones cristianas), nos venden el glamour como lo mas deseable y satisfactorio para alcanzar la felicidad. Pero el glamour es solo la bella envoltura de la decepción  y el engaño.
Por eso, ante el peligro del embrujo del glamour, hoy mas que nunca resulta de gran importancia hacer caso a la exhortación que nos hace la palabra de Dios:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:1,2).
Se que hay mucho mas que decir a cerca de este tema, pero por motivo de tiempo y espacio, terminaré diciendo esto:
Recuerda que satanás viste de glamour a sus ministros; Mientras Dios viste de humildad y virtudes a los suyos.
“Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2ª Corintios 11:13-15)..
Recuerda: Ten cuidado con el sensualismo; Ten cuidado con el glamour, no sea que, como a Eva la engañó la serpiente, tus sentidos sean extraviados de la verdad. Recuerda que el glamour y el sensualismo son la portada de los productos que promociona el diablo.

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