lunes, 11 de octubre de 2010

La felecidad.

Meditando acerca de la felicidad, me pregunté: ¿Qué me ha hecho feliz en la vida? Y vinieron a mi mente imágenes  de aquellos momentos y aquellas cosas que me hicieron feliz. y me di cuenta, con sorpresa, que no ha sido en mis mejores tiempos cuando he tenedo mayor felicidad, sino en los peores. Pues me vi llorando de alegría al recibir a mi madre despues de un largo tiempo de difícil ausencia; Y me ví saltando de emoción al recibir un pequeño juguete de plástico barato en medio de una carencia extrema. Y recordé que al caminar por los polvorientos caminos de mi pueblo, la tierra caliente quemaba mis descalzos pies, por no tener zapatos, y aún así, cuando llovía,  me ví feliz bajo la lluvia, con los mismos pies descalzos disfrutando la fresca sensación del barro escurriendose entre mis dedos. ¡Que ironía nos da la vida¡ Pues cuando ya tube zapatos,  me vi angustiado al caminar en aquellos caminos llenos de lodo, y tratando de no ensuciar mis zapatos. Entonces supe que la felicidad -para mí- no consiste en tener un entorno y una situación ideal, sino en tener una disposición interior para disfrutar lo que se tiene sin angustiarse por el futuro. Y al darme cuenta de eso, resuenan en mi mente con fuerza las palabras de nuestro excelso Maestro: 
"Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?  Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;  pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.  Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?  No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.  Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal." (Mateo 6:24-34).

Pero quisas el -mi- mayor descubrimiento del secreto de la -mi- felecidad es este: La unidad de mi servicio: No servir a dos señores sino solo a uno. Reemplazar a las "riquezas" y poner a Dios en su lugar. Pues las riquezas demandan un afan constante que no deja tiempo para el disfrute de lo que se tiene. Contrario a eso, cuando Dios es quien ocupa mi mente y mis fuerzas, la fe y la quietud reemplazan al afan, y entonces hay tiempo para el disfrute. Sin duda, la mas grandiosa oferta de Dios para el hombre sigue siendo éstá:
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; :porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga". (11:28-30).


Alguien dijo: "que es la felicidad si no un estado del alma" Y sin duda Cristo demuestra ésto en si mismo; pues cuando estuvo ante situaciones que pueden robar la paz y el gozo, que pueden quitar la tranquilidad, El estuvo sereno e iomperturbable. Por ejemplo, lo podemos ver dormir plácidamente en una frágil barca en medio de una gran tormenta. Mientras sus discípulos estaban turbados, y la paz y la dicha de la seguridad les habían abandonado, dando paso a la angustia de la inminente tragedia; Cristo descansaba confiado, pues su alma tenía la serenidad que dá la confianza en Dios.

Se que en una breve nota no se puede tratar detenidamente un tema tan profundo como lo es el de la búsqueda de la felicidad, pero me referiré a un tema que es uno de los mayores obstáculos de lafelicidad: Esperar que nos ame alguien que no nos quiere amar.

La felicidad se auyenta para dar paso a la desdicha y a la amargura cuando esperamos amor de algunas personas, que por diversas razones no nos quieren amar. Muchas personas son desdichadas porque esperan amor de sus padres que no les pueden amar; y padres son infelices porque sus hijos son desamorados. Y ocurre lo mismo con los esposos y esposas, con los hermanos entre ellos etc. Y eso me lleva a exporar lo dicho por Victor Hugo: "La suprema felicidad en la vida es la convicción de que somos amados".  Y claro, resulta razonable pensar que, si el desamor es la causa de las mayores desdichas, sentirse amado debe ser la causa de la mayor felicidad. Y en este caso, nada puede hacernos mas dichosos que sabernos de tal modo amados por Dios, que dió a su hijo unigénito para perdonar nuestras faltas. Entonces, si esperar amor de donde es poco probable recibirlo es la causa de muchas de nuestras desdichas; esperarlo de donde es seguro recibirlo resuelve nuestra desdicha.
Cambiémos el punto de nuestra mirada: Dejémos de esperar de los necesitados de felicidad, y esperemos de la fuente de ella: Dios, y ya no seremos defraudados sino satisfechos, Pues Dios es amor. Dejémos que Dios (su amor) inunde nuestro corazon através de su Espíritu, y cuando Él, con su refrescante presencia nos de la plena convicción de que somos amados por Dios, seremos, no los conquistadores, sino los conquistados de la felicidad. Porque entonces, élla, habra abrazado nuestra alma desde sus entrañas. Y cuando esta experiencia sea una convicción plena, entonces nuetra dicha será imperturbable. Porque aunque haya situaciones difíciles que nos llamen a destruir nuestra dicha con el afan; descanzaremos en la confianza del profundo amor de Dios. Pues desde nuestro interior gritará su amor: 
"El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" (Romanos 8:32).
¡Descanza, sé feliz, Dios te ama¡

Y por último, quiero recordarte lo que alguien atinadamente dijo:
"La felicidad no es una estación a la que se llega sino una manera de viajar" 
 Viaja por la vida, ¡vive¡ con la confianza y la hermosa seguridad (con la convicción) de que Dios te ama.

iTransita la vida con fe, se feliz. Dios te amai

William Tercero M.

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